La mayoría de las personas sueña con vivir de sus pasiones, y algunos, como Gerardo González -quien vive entre guitarras y caballos-, lo logran.
Originario de Monterrey, Nuevo León, Gerardo tiene estas dos pasiones que lo acompañan desde su niñez y que le han cambiado la vida a él y a su esposa Alejandra Rodríguez, pues fueron el motor para dejar sus profesiones y dedicarse a lo que le da sentido a su vida: las guitarras y los caballos.
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Desde la infancia, Gerardo compartió estos intereses con su padre, un ingeniero agrónomo y rockero, quien le enseñó a valorar la música y el contacto con la naturaleza en el rancho familiar.
Cuando Gerardo tenía apenas 12 años, su padre falleció, y su madre, al quedarse a cargo de la familia, vendió el rancho. Pero a pesar de ello Gerardo nunca dejó de lado sus pasiones y durante su juventud se dedicó a ahorrar para comprar guitarras que él mismo reparaba, dando los primeros pasos hacia lo que se convertiría en su oficio de vida.
ARTISTAS DE RENOMBRE
Actualmente Gerardo es un luthier reconocido en San Pedro Garza García, donde fundó su taller, Rock N Ride, un espacio que ha sido visitado por artistas de renombre nacional como los integrantes de los grupos Jumbo, Zurdok, Panda y Claxons.

Lo que distingue a Gerardo no es solo su habilidad para reparar instrumentos o su amor por los animales, sino cómo ha sabido unir dos mundos aparentemente opuestos: la vida en el campo y la energía del rock.
Las piezas más importantes de su colección personal representan una etapa de su vida:
una guitarra Les Paul lo conecta con su etapa más rockera, influenciado por Guns N’ Roses, AC/DC y BB King; una Fender Stratocaster, le abrió las puertas a sonidos más limpios, como los de Stevie Ray Vaughan y John Mayer; mientras que una Gibson J45 representa su lado más acústico y campirano, ideal para el country y la balada. “En estas tres guitarras encontré mi paleta de sonido”, afirmó.

El nombre de su taller, Rock N Ride, refleja esta dualidad en su vida entre cuerdas y monturas. Fundado en 2007, hoy es un punto de referencia en San Pedro para músicos que buscan no solo reparar sus guitarras, sino entenderlas y cuidarlas como compañeras de vida.
“Cada músico encuentra su herramienta y la vuelve especial. La guitarra se convierte en una extensión del músico”, consideró.
Gerardo dice que la reparación de guitarras es un arte en sí mismo pues, a diferencia de las máquinas, cada instrumento tiene particularidades únicas que requieren atención, paciencia y dedicación.
CONEXIÓN ESPECIAL
Aunque pasó años lejos del campo, su vínculo con los caballos nunca se rompió y, por el contrario, hoy es un punto de unión con su esposa, con quien comparte esta pasión. Juntos han rescatado y rehabilitado a tres equinos en malas condiciones. Dos de ellos, Arteago y Cayetano, forman parte de su familia.

“Siempre se ha dicho que el perro es el mejor amigo del hombre, pero los caballos son muy especiales. Hay algo en ellos que no se encuentra en otros animales. Me encanta la confianza que depositas en ellos al montar un animal tan grande”, dice Gerardo.
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Las guitarras y los caballos son los puntos de unión en la vida de Gerardo y su familia, una conexión con lo que su padre le enseñó y cosas con las que su esperada hija, Sofía, crecerá.
“Siento que tienes que seguir tus sueños, tienes que intentarlo. Todos estamos en esta vida para ser felices. Si quieres ser músico o estar con los caballos, simplemente sal y hazlo”, concluye Gerardo.
