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/ 5 diciembre 2025

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La selección: El arte silencioso que define al ganado del futuro

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POR ANTONIO NEIRA Productor de ganado Beefmaster y miembro del Comité Ciudadano de Fauna Silvestre, Región Centro

Un hato eficiente no es el más grande, sino el más equilibrado, fértil y funcional. Cada animal seleccionado con inteligencia representa años de genética dirigida a producir más con menos, a responder con fuerza a la naturaleza y a sostener la rentabilidad del rancho.

Seleccionar es invertir en el futuro. No se trata de acumular cabezas, sino de construir una línea de animales adaptados, productivos y dóciles.

Rusticidad: Es el escudo del ganado frente a los retos del clima, los suelos pobres o la escasez de forraje.

Un animal rústico aprovecha el pasto nativo, resiste el calor y mantiene su condición corporal sin depender del alimento suplementado.

La selección de animales rústicos es una decisión de inteligencia ecológica y económica: menos gasto, más resiliencia, más vida.

Fertilidad: Nada sostiene mejor una ganadería que una vaca que cría todos los años. La fertilidad no es casualidad, es genética.

Una vaca fértil devuelve al ganadero su inversión año tras año, y su descendencia garantiza la continuidad de la línea.

Por eso, el vientre más valioso no siempre es el más bonito, sino el más productivo.

Mansedumbre: Un animal manso es un aliado. La docilidad reduce el estrés, mejora la ganancia de peso y facilita el manejo, evitando accidentes y pérdidas.

La mansedumbre no sólo se enseña: se hereda. Criar animales tranquilos es criar animales más seguros y eficientes.

Peso: El peso corporal es el resultado visible de todas las virtudes anteriores. Un ganado bien seleccionado es aquel que crece con eficiencia, convierte mejor el alimento y alcanza pesos óptimos sin perder armonía corporal.

No se trata de buscar animales pesados por sí mismos, sino de lograr un balance entre peso, fertilidad y adaptación. Un animal que gana peso fácilmente, sin perder funcionalidad ni rusticidad, es un símbolo de genética acertada y selección coherente.

La mirada en el potrero: La verdadera selección no ocurre en el escritorio, ni en la feria. Sucede en el potrero, observando a la madre y su cría, el paso firme del toro, el instinto de supervivencia en tiempos de escasez.

Ahí, entre el polvo y el viento, el ganadero reconoce el valor de su trabajo: cada cría sana, cada parto oportuno, cada animal que prospera sin ayuda, es una victoria silenciosa.

CONCLUSIÓN

En tiempos de incertidumbre climática y económica, la selección vuelve a ser la brújula del progreso.

No se trata de tener más, sino de tener mejor. Cada decisión de cría, cada reemplazo y cada descarte es una declaración de visión y compromiso con el futuro.

El ganadero que selecciona con propósito no sólo mejora su hato: construye su legado.

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