El vaquero: una profesión en peligro de extinción

Preservar la figura del vaquero no es un acto de nostalgia, es una necesidad estratégica.
POR: ANTONIO NEIRA VILLAJUANA
Por generaciones, el vaquero ha sido el alma operativa del rancho ganadero. Mucho más que un trabajador rural, es el hombre que entiende el ritmo de los animales, que conoce el terreno como la palma de su mano y que, con temple y sabiduría, asegura que cada día en el campo transcurra con orden, respeto y eficiencia. Sin embargo, esta figura emblemática del campo mexicano enfrenta hoy una lenta y silenciosa desaparición.
Uno de los principales indicadores de esta crisis es el envejecimiento sostenido de quienes ejercen esta labor. Datos recientes de la Secretaría de Economía de México revelan que la edad promedio de los trabajadores dedicados a actividades ganaderas ronda los 46 años, con una mayoría clara de hombres. Pero más alarmante aún es que, en estudios del sector, se ha registrado que más del 40 por ciento de los ganaderos en el país supera los 60 años, y menos del 1 por ciento tiene menos de 26. Esto significa que estamos a pocos años de un relevo generacional que simplemente no está ocurriendo.
¿Por qué los jóvenes ya no quieren ser vaqueros? Las causas son diversas y profundas. En primer lugar, existe una falta de formación técnica accesible y adaptada a esta profesión. Esta ausencia de profesionalización desincentiva a los jóvenes.
En segundo lugar, la percepción del vaquero como una figura del pasado, asociada a esfuerzos físicos intensos, bajos salarios y condiciones laborales precarias, ha contribuido a su declive.
Sumado a esto, los procesos legales para contratar trabajadores en el sector agropecuario, aunque necesarios para proteger sus derechos, imponen barreras administrativas y fiscales que muchos pequeños y medianos productores no pueden o no quieren asumir.
No obstante, el vaquero no es una figura obsoleta. Por el contrario, su rol es más necesario que nunca en un entorno donde la ganadería se enfrenta a retos ambientales, económicos y sociales sin precedentes.
¿QUÉ HACER PARA RESCATAR Y FORTALECER ESTA PROFESIÓN?
La clave está en la dignificación y modernización del oficio. Es urgente crear programas de formación técnica con certificación oficial, enfocados específicamente en el desarrollo de habilidades prácticas para el manejo ganadero, el uso responsable del territorio, el bienestar animal y la aplicación de tecnologías rurales. Estos programas deben combinar teoría y práctica, y contar con el respaldo de escuelas agropecuarias, centros de innovación, asociaciones ganaderas y ranchos productivos que sirvan como espacios formativos.
También es necesario impulsar una narrativa distinta. El vaquero debe ser visto como un gestor territorial, un guardián de la cultura rural y un profesional con competencias específicas.