Apenas tenía 9 años. Lo invitaron a presentarse ante el entonces candidato a la Presidencia de la República, Miguel de la Madrid, y al concluir su presentación... ocurrió algo casi mágico.
Su mamá le tomó una fotografía cerca del lugar donde acababa de presentarse, y en ese momento Tomás Garcilazo se visualizó dedicándose para siempre a lo que ya era su gran pasión: la charrería.
Nacido en la Ciudad de México y proveniente de una familia de charros, el pequeño Tomás supo que su futuro estaba en aquella pasión que corría por sus venas y la de sus generaciones antecesoras.
Él pertenece a la cuarta generación de charros en el vínculo materno. En sus inicios su fuerte eran las competencias como Charro Completo en categorías infantiles y juveniles.
También compitió en equipos, descubrió su habilidad en el floreo de reata, pero llegó un punto de su carrera competitiva en que sintió la necesidad de explorar otras suertes, aquellas que el destino pone en la vida de unos cuantos.
Entonces decidió dejar México. Apenas un mes antes se había coronado Campeón Nacional en Mangana a Caballo y logró romper el récord en Irapuato, Guanajuato. Sin embargo sus sueños iban más allá de las competencias, así que llegó a Estados Unidos con el plan de permanecer sólo por un año.
El tiempo pasó y los 365 días no fueron suficientes para lograr sus objetivos, así que pensó quedarse un poco más de tiempo, pero las oportunidades y el éxito empezaron a tocar a su puerta: entonces se canceló el boleto de regreso.
ORGULLOSO DE SUS RAÍCES
Tomás Garcilazo ha sido uno de los pocos elegidos para trascender fronteras y poner el nombre de México y la charrería muy alto, en lugares donde quizá ni siquiera alcanzaban sus sueños.
Es una leyenda viviente, ha sido declarado embajador de la charrería en el mundo, ha recorrido cientos de países y ciudades con su espectáculo, “Charro on the Road”, los más importantes escenarios se han rendido ante su talento, presidentes de importantes naciones han disfrutado sus presentaciones.
Sabe que nadie más iguala su trayectoria, sin embargo se mantiene como un hombre sencillo y humilde. Profundamente orgulloso de sus raíces, de portar el traje de charro, de decir que es mexicano y preservar las tradiciones de su amado país de origen.
Una de sus exitosas giras por Francia lo llevó a conocer a la mujer de su vida: Justine. Ella es el otro eje del espectáculo, lleva la agenda, los vestuarios, participa como mujer a caballo, es la mamá de sus hijos, crea el contenido para las redes sociales de Tomás y mucho más.
México, Francia y Estados Unidos están fusionados en la familia Garcilazo. Justo así trabajan los 365 días del año, siempre unidos y con la firme convicción de seguir llevando a cada rincón del mundo las raíces y tradiciones mexicanas.
El pequeño Louis es por ahora el heredero del talento de su padre, no sólo en las habilidades charras, también en el amor, la disciplina y el compromiso de presentar cada día el mejor de los espectáculos para su público.
LA LLEGADA A EU Y EL ÉXITO EN EL MUNDO
Tomás Garcilazo dejó de lado las competencias charras y desarrolló todo su potencial en el floreo de reata para después dedicarse de lleno a montar espectáculos ecuestres que le han dado la vuelta al mundo.
Las primeras presentaciones en Estados Unidos fueron en conciertos de artistas mexicanos que se presentaban allá y acompañaban sus espectáculos con exhibiciones charras, luego empezó a formar su propio equipo de charrería.
“Más adelante tuve la oportunidad de ingresar al musical de Linda Ronstadt. Hice un musical en teatro y tenía un ballet folclórico y más aparte el floreo de reata que lo hacía yo. Estuve una corta temporada con ella”, relata.
“Posteriormente hice audición para estar en un musical de Broadway que ganó seis Tony Awards en Nueva York, sobre la vida del músico Will Rogers (‘The Will Roger’s Follies’). Yo fui escogido para hacer la gira nacional por Estados Unidos que duraría dos años, pero finalmente fueron cuatro y medio. Ahí recorrí 56 ciudades y 42 estados”, recuerda Tomás en entrevista exclusiva para RODEO CAPITAL.
Garcilazo también participó durante dos años en el Disney’s Wild West Show en París, Francia, además del Buffalo Bill’s Wild West Show, que recorrió Holanda y Alemania.
En una de sus presentaciones en Francia, tuvo un encuentro casual con un ejecutivo de la Asociación de Vaqueros de Rodeo Profesional (PRCA), que es la organización de rodeo profesional más grande y antigua del mundo, la cual le abrió una nueva puerta.
Fue invitado a actuar en el evento más importante de esta agrupación: las Finales Nacionales de Rodeo (NFR) en Las Vegas, donde su talento fue reconocido y celebrado en uno de los escenarios más grandes de este deporte.
“Cuál fue la sorpresa que le agradó mi habilidad con la reata y me invitó a hacer mi debut en Las Vegas, y fue tal el éxito que me invitó a ser parte del PRCA, y ese fue mi motivo para regresar a Estados Unidos”, cuenta.
Antes y después de estos logros, los reconocimientos son incontables: Ciudadano honorario de Oklahoma, dos actuaciones en la Casa Blanca, recibir cuatro veces el premio al Acto Especializado del Año por parte del PRCA, ingreso al Salón de la Fama en Texas (único mexicano con tal distinción), entre muchos otros.
Pero sin duda, nada se compara con saberse el portador de la tradición charra a la siguiente generación de su familia a través de Louis, su hijo, a quien día a día transmite el profundo orgullo de ser mexicano, de portar con dignidad el traje de charro y llevar a cualquier rincón del mundo las tradiciones de su país natal.
LA FAMILIA AGUILAR
Entre todo lo que Tomás Garcilazo puede contar sobre su carrera también se encuentra su amistad y trabajo con la familia Aguilar, primero el legendario Antonio y recientemente con Pepe y sus hijos, en el espectáculo “Jaripeo sin Fronteras”.
“Con Antonio Aguilar recuerdo que uno de los managers del espectáculo me dijo que tenía el proyecto de llevarlo de gira, pero ya tenían floreadores y que si podía estar con ellos sería jineteando. Entonces estuve jineteando toro, yegua y haciendo el paso de la muerte”, explica.
“Había juventud, había ganas y usaba la adrenalina para el show, total que fui en dos giras consecutivas en temporada del verano con ellos”.
LOS GARCILAZO
En la familia de Tomás hay tres nacionalidades muy diversas. La mexicana, francesa y la estadounidense. Estas se conjugan no sólo en el trabajo, sino también en casa. Las 24 horas del día, los 365 días del año.
Trabajar juntos en la conformación de un espectáculo, pero también hacerlo en las labores cotidianas del hogar no es tarea fácil, asegura Tomás.
“A veces quizás conjugamos todo, y hay altas y bajas tanto del espectáculo, como artistas, y luego en lo familiar, a veces mezclamos todo y se hace una pequeña bomba de tiempo.
“En ocasiones llega a un límite que estamos cansados y explotamos, explota uno o el otro cuando las cosas no van como queremos o hay situaciones en la logística de los viajes que se conjugan y hay riñas, pero siempre llegamos al punto de pacificarnos, comunicarnos y llegar a acuerdos. Esas son cosas que pasan detrás del escenario y nadie lo ve”, apunta.
Sin embargo, todas esas diferencias quedan atrás a la hora de ofrecer un espectáculo de calidad a su público. “Cuando llega el momento de montarse al caballo y ya estar vestido y arreglado, es el momento de gozo, porque ya no hay estrés, ya nada más es estar tranquilo para entregar la actuación”.
Y justo cuando se trata de trabajar, es donde empieza la magia de combinar tres culturas distintas para resaltar sólo una de ellas: la mexicana a través de su charrería.
Justine, de origen francés, lleva su cultura en el corazón, pero también ha adoptado como suyas las tradiciones mexicanas, y así como porta con orgullo trajes típicos también monta a caballo en el show donde su esposo e hijo son los protagonistas.
“Ha habido un entendimiento bastante fuerte en el aspecto del arraigo de nuestras raíces, a ella le gusta la historia de nuestro país y también se integra con mucho respeto. Porta trajes de adelita, de chiapaneca y monta a caballo.
“Es una integración totalmente curiosa porque ella es de Francia, mis niños son nacidos en Estados Unidos y yo soy de la Ciudad de México. Entonces, en esa unión de culturas, de tradiciones, pues nos da mucho orgullo preservar estas tradiciones para que permanezcan”.
LEGADO: EL PEQUEÑO LOUIS
Louis tiene 11 años, pero desde que tiene dos ya está en la jugada. Además de participar en el espectáculo de su papá también ha competido como Charro completo en las categorías Dientes de Leche e Infantil A, incluso en dos ocasiones ha venido a México a participar.
Tomás sabe que en algún momento él decidirá seguir compitiendo o dedicarse al espectáculo.
“A su corta edad, no porque sea mi hijo o que haya una arrogancia o vanidad, pero el niño está muy preparado. Ya ha actuado también en Las Vegas y siempre se ha comprometido a hacer las cosas bien.
“Queremos que tenga una visión amplia de que esto no es un juego, de que esto es un compromiso con su tradición, con su cultura, con sus raíces. Enseñarle que como en cualquier deporte se ocupa disciplina, práctica y dedicación para poder ser protagonista”.
Tomás asegura que compartir el escenario con Louis ha sido una gran satisfacción y emoción cuando se gana su propia ovación, cuando se conecta con el público, que es lo más difícil para un artista.
“Él ha conseguido eso con su carisma, con sus movimientos, habilidades, y sobre todo con su caballo, ya que todo en conjunto hace esa comunicación con el público”.
Además de Louis, Garcilazo tiene dos hijos más con Justine: Gaspar y Ulysse.
LA SENCILLEZ DE TOMÁS
Cuando Tomás se quita el sombrero y el traje de charro, una vez que ha guardado sus caballos y que se apagan las luces del escenario, él se convierte en una persona ordinaria, sencilla, normal.
La experiencia le ha mostrado que sentirse superior a los demás no conduce a ninguna parte y que la sencillez con todas las personas sin importar su condición es la mejor forma de sobresalir como artista y como ser humano.
“Le puedo presumir que no existe ninguna vanidad, arrogancia o prepotencia, porque tengo un compromiso tanto dentro como fuera del escenario y esa comunicación debe ser de una sola pieza. No porque porto el traje charro tengo una arrogancia o por eso voy a minimizar a las personas, eso jamás”.
EL CASILLERO 44
Entre tantas distinciones que ha recibido Tomás Garcilazo a lo largo de su carrera se encuentra una muy especial: haber ingresado al Salón de la Fama del Rodeo de Texas (Texas Cowboy Hall of Fame) en el año 2024, donde ocupa el casillero 44 como el único mexicano que ha logrado este reconocimiento.
“Para mí es realmente un honor porque estoy en un ambiente totalmente ajeno al mío. Donde el americano reconoce a un charro, a un mexicano por sus habilidades, experiencia y por todo lo que ha dejado en este mundo para ser reconocido”.
Pero el honor no llegó solo, también su fiel caballo Látigo Dun It o “Hollywood”, quien también ingresó al Salón de la Fama, fue nombrado “Caballo del Año” por la Palomino Horse Breeders Heritage Foundation en el 2021 y la empresa Breyer realizó una réplica de juguete en el 2019.
Latigo Dun It fue parte de su espectáculo durante 17 años, pero el 15 de diciembre de 2024, en las Finales Nacionales de Rodeo (NFR) en Las Vegas, la familia Garcilazo lo retiró de los reflectores.
“Gracias por tu lealtad, tu corazón y tu magia. No sólo fuiste parte de mi espectáculo, eres parte de mí. Tu legado brillará por siempre. Te amamos, Niño de Oro”, escribió Tomás Garcilazo en su cuenta de Instagram durante la despedida de su fiel caballo.
Además de “Hollywood” (llamado también así en recuerdo a su padre Hollywood Dun It), Tomás también recuerda con gran cariño a Pinto Bean, el caballo con el que llegó e hizo sus primeras presentaciones en Estados Unidos.
Actualmente Malibú, de cuatro años, hijo de Látigo Dun It, acompaña a Louis en sus presentaciones desde hace un año y medio.
Vikingo, un palomino color caramelo, es el que ahora acompaña al charro mexicano y el pony Napoleón, que está más enfocado al entretenimiento de los niños.
“Ha habido momentos muy bonitos donde mis caballos se han ganado el respeto del público, y es algo muy emotivo que los reconocen por sus habilidades como caballos charros. Es algo muy bonito que los tomen en cuenta, porque son caballos especiales, tanto para uno como para el público”.
CREER EN SÍ MISMOS
Tomás Garcilazo es ejemplo de constancia, disciplina, dedicación y una gran pasión por su trabajo. Sabe que es un referente para las nuevas generaciones de charros y no duda en dejar un mensaje a quienes ya se dedican o quieren sobresalir en la charrería:
“Uno de mis consejos principales es que crean en sí mismos, que si tienen una habilidad y el deseo de integrarse en el espectáculo o en la parte competitiva, deben creer en ellos y sobre todo la seguridad que tienen en su habilidad.
“Yo les digo si tú crees en lo que haces, eso se va a reflejar en un futuro en los hechos. Y la puerta está abierta para todos, es cuestión de que hagan la diferencia. Todo nace con el gusto, de ahí trasciende a la pasión y de la pasión lo conviertes en arte y ahí es donde encuentras tu lugar, cuando lo conviertes al fin en arte”.
‘CHARRO ON THE ROAD’: DE LA ARENA A LA PANTALLA
Desde hace unos meses, el fotógrafo y cineasta Diego Huerta viaja a diario con Tomás y su familia para dar seguimiento a cada paso que dan en sus viajes y presentaciones por Estados Unidos.
Este material dará vida al documental “Charro on the Board”, que se transmitirá en Netflix.
“Él va a tomar este año para grabar, para acumular material, para el próximo año ya sacar el primer capítulo. Es una experiencia muy bonita que reflejará no sólo el espectáculo, sino la carretera, o montando y practicando. Será muy interesante”, concluyó.
”Charro on the Board” seguirá de cerca la vida y el legado de Tomás. A través de un recorrido íntimo y visualmente impactante, el público será testigo de sus giras internacionales, la convivencia familiar, los retos en la carretera y la magia detrás de cada espectáculo ecuestre.
Será un homenaje a su trayectoria y a la tradición charra, así como al orgullo de portar el traje.
EMBAJADOR DE LA CHARRERÍA
-Único mexicano en ingresar al Texas Cowboy Hall of Fame (2024), ocupando el casillero 44.
-Cuatro veces ganador del premio “Acto Especializado del Año” (2007, 2012, 2013, 2018) de las Finales de Rodeo del PRCA.
-Dos actuaciones en la Casa Blanca, representando la cultura charra ante líderes internacionales.
-Participaciones en Broadway, Disney Francia y Buffalo Bill’s Wild West Show.
-Condecorado con la Herradura de Oro durante el Congreso y Campeonato Nacional Charro Zacatecas 2022.