La palabra vale: confianza, principios y ética en el sector ganadero

Defender la palabra empeñada es defender todo un oficio
Colaboración especial: Antonio Neira
En el corazón del campo mexicano, donde la tierra se trabaja con las manos y la historia se escribe con sudor, la palabra del ganadero ha sido, por generaciones, un símbolo de honor y confianza. Decir “te doy mi palabra” ha valido más que cualquier contrato, porque en el campo, la integridad se mide por la rectitud con la que se vive y se comercia.
Sin embargo, en los últimos años, la ganadería —especialmente la de registro— se ha visto amenazada por prácticas deshonestas, fraudes, chantajes y conductas de mala fe que no sólo lesionan el patrimonio de los productores, sino que erosionan la confianza sobre la que se construye todo el sector.
VALORES Y PRINCIPIOS
En los acuerdos ganaderos, la palabra empeñada debe seguir siendo la base. Pero esta debe ir acompañada de valores inquebrantables: honestidad, puntualidad, responsabilidad, respeto, y sobre todo, cumplimiento de compromisos. Cuando un ganadero vende o compra un animal, no sólo está intercambiando bienes, está confiando en la reputación del otro.
Un ganado registrado representa años de inversión, selección genética y trabajo técnico. No es sólo una vaca o un toro, es parte del patrimonio productivo del país. Por ello, los acuerdos deben regirse por la transparencia, el respeto mutuo y la voluntad ética.
EL DAÑO DE LOS FRAUDULENTOS
Los ganaderos están expuestos a clientes que no pagan, revendedores desleales, intermediarios oportunistas y hasta chantajistas que abusan de vacíos legales. Estas personas siembran la desconfianza, descomponen el mercado y alejan a los verdaderos productores del entusiasmo de invertir en genética y en calidad.
Además, muchas veces estos individuos operan impunemente, repitiendo su conducta con distintos criadores sin que haya consecuencias legales ni sociales.
EL ROL FUNDAMENTAL DE LAS ASOCIACIONES GANADERAS
Frente a esta realidad, las asociaciones ganaderas y las asociaciones de criadores de registro tienen una enorme responsabilidad: no basta con organizar exposiciones o emitir certificados. Su deber es proteger a sus socios, fomentar la cultura de la ética y denunciar abiertamente las malas prácticas.
Para ello, es indispensable establecer y hacer cumplir un Código de Ética Ganadero que norme la conducta de los miembros en sus relaciones comerciales y sociales, y que incluya mecanismos para sancionar a quienes traicionen la confianza del gremio.
EL FUTURO DEPENDE DE LA CONFIANZA
La ganadería tiene futuro si se sostiene en la confianza. Si dejamos que la deshonestidad avance, perderemos más que animales: perderemos el orgullo de ser ganaderos.