Juan Vendrell: El señor de los caballos

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/ 12 septiembre 2025

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El domador español sabe que el respeto a los equinos es fundamental en el proceso de doma; para ello antepone disciplina y paciencia

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Su pasión por los caballos lo trajo de Europa a América. Las películas de vaqueros fueron su inspiración desde pequeño, su vocación y amor por estos animales lo han convertido en uno de los mejores domadores de caballos salvajes.

Los últimos 20 años ha dedicado su vida a conectar a los caballos con los humanos, desde una perspectiva de respeto entre ambos.

Juan Vendrell simplemente ama lo que hace y no se ve en ninguna actividad distinta.

“Y por eso pues yo no necesito vacaciones. Gracias a Dios siento que vivo unas vacaciones permanentes, disfruto con lo que hago, me gusta mi trabajo y no lo cambiaría por nada”.

Su origen es español, pero tiene dos décadas residiendo en el estado de Texas y desde ahí dedica su vida sobre todo a la doma de caballos salvajes, conocidos como Mustangs.

Esta es no sólo una actividad o un hobby, se ha convertido más bien en un estilo de vida que lo mantiene disfrutando de unas eternas vacaciones en las que los caballos son los protagonistas y el respeto por ellos es lo más importante.

A esta actividad se le conoce como Horsemanship y se trata de una filosofía de entrenamiento equino basado en la comunicación respetuosa y en la comprensión profunda del comportamiento natural de los caballos.

JUEGO DE NIÑOS

Vendrell nos cuenta que empezó a montar desde los cinco años en su natal España en un lugar donde el dueño de los animales era rejoneador, y tenía caballos muy bien entrenados, ya amansados y sensibles, sin embargo él aún no contaba con mucha instrucción en la materia, pues literalmente esto apenas empezaba como si se tratase de un juego de niños.

Poco a poco Juan se fue convirtiendo en uno de aquellos cowboys que veía de niño en las películas, pero ahora los caballos eran reales y él estaba ahí frente a ellos, lo que le ha dado la oportunidad no sólo de domarlos, sino hasta de encariñarse con ellos.

Fue su llegada a Estados Unidos la que lo llevó a dedicarse profesionalmente y de manera exclusiva a los caballos, pues habían dejado de ser un hobby y se convirtieron en su actividad principal.

Se dio cuenta de que debía arriesgarse a convertir sus sueños de niño en una realidad y que más allá de cualquier beneficio económico debía buscar experiencias que transformaran no sólo su vida, sino la de aquellas personas que también querían lograr una conexión con los caballos.

“Tenía en mi casa un pequeño lugar donde montaba y amansaba caballos, trabajaba con caballos de otra gente, pero no era mi profesión en exclusiva”, afirma.

Dedicarse a la doma de caballos en Estados Unidos le dio la oportunidad de conocer distintas formas de entrenarlos, de conocer a gente que usa otras estrategias y que también tiene diferente modo de pensar y filosofías dentro de la comunicación y la doma.

“Esto pues me permitió enriquecer mis experiencias y a partir de allí crear mi forma de trabajar con los caballos de acuerdo a mis posibilidades, mis capacidades, mi forma de pensar. Los valores, los principios y todo”, señala.

Aunque la doma natural de caballos no era algo nuevo para Juan, pues en Europa constantemente viajaba para adquirir nuevos conocimientos y habilidades, llegar a Estados Unidos le permitió poner en práctica una serie de ideas y conceptos que le marcaron una dirección específica de lo que quería hacer.

Su principal reto al dedicarse a la doma de caballos ha sido entrenar caballos salvajes, ya que fue una experiencia que le enseñó la importancia de cada detalle, por más pequeño que sea en el comportamiento de los equinos.

“Me enseñó a estar muy pendiente de cómo piensan los animales, cómo son las situaciones, cómo crean su conducta, cómo cualquier experiencia puede ser un paso positivo o puede ser un paso que es negativo en su proceso. Estar muy al pendiente y no dar nada por supuesto”.

RESPETO AL CABALLO

Juan siempre ha tenido muy claro que respetar el instinto de supervivencia del caballo durante todo el proceso y en general durante toda su vida, es fundamental cuando se busca domarlo.

“Yo lo que intento es entender realmente cómo funciona su cerebro, cómo puedo ayudarle de la manera más rápida y efectiva respetando siempre su naturaleza. Para mí, entender eso y manejar ese instinto de supervivencia, mantenerlo a flote, que no lo pierda, pero saber guiarlo, pienso que es fundamental”, señala.

“En el fondo es trabajar con el sistema neuroquímico del caballo, su sistema nervioso, saber cómo estila, saber qué repercusiones tiene a nivel fisiológico en el caballo y saber cuál es el impacto de mi actuación, de mis movimientos, de mi rienda, de mi pierna, de mi posición, de mis ángulos”.

El entrenador de equinos afirma que este trabajo es bastante complejo, pues no hay un manual de acción, no hay forma de seguir un método específico, no hay una secuencia de pasos a seguir, más bien se trata de conocer al caballo y poder definir la necesidad que cada uno tiene.

“Intento no hacer lo que creo que no necesitan en ese momento, o sea, no voy a aplicar una serie de pasos porque de alguna manera los tengo escritos en un manual.

“Intento no hacer lo que pienso que no necesita porque creo que puede crear un problema, sino que voy intentando leer al caballo y según creo que necesito para el siguiente paso, pues trabajo”, relata.

Vendrell asegura que aunque hay algunas similitudes entre los humanos y los caballos, al final de cuentas el hombre debe imponer su capacidad de pensamiento para entender las necesidades de cada animal, para no cometer el error de humanizarlo y afectar su proceso de doma.

Debemos entender que los caballos no son personas y las personas no son caballos. Humanizar a un animal pienso que es algo que al final es perjudicial para él y puede ser perjudicial para nosotros.

“Debemos aprender a leer y a entender al caballo. Nosotros tenemos la capacidad de estudiar, podemos pensarlo, podemos hacernos un plan y trabajar e intentar adaptarnos a su naturaleza. Él no va a poder cambiar la suya”.

Sin duda, una de las claves para lograr la doma del caballo es la paciencia, pues el instinto del animal no se puede controlar ni prever, de modo que cualquier objetivo que se trace con ellos puede tardar mucho más tiempo del previsto.

“Tengo que saber si tarda más simplemente porque el caballo está midiendo los tiempos de una forma distinta, o simplemente porque me estoy equivocando de cuál es el camino que va a llevarme a mi objetivo y no me estoy dando cuenta.

“A través de la paciencia, la calma y la reflexión puedo saber si estoy yendo hacia el objetivo que quiero y esperar el tiempo que sea necesario hasta que lo consiga. Hay situaciones que no puedes forzar”, explica.

Vendrell ha tenido oportunidad de participar en el Supreme Extreme Mustang Makeover y el Horseman’s Reunión, y considera que su participación en este último fue un parteaguas en su proceso de aprendizaje en la doma de caballos, pues le permitió definir su propio estilo.

DISCIPLINA Y PACIENCIA

El domador afirma que aunque pareciera que en esta actividad el que tiene que aprender a disciplinarse es el animal, en realidad es la persona quien tiene que tener control sobre sí misma para poder lograr su objetivo con el caballo.

“Pienso que si la persona no se disciplina a sí misma en cómo va actuar, en cómo va a afrontar y ver las situaciones y preparar su forma de trabajo, si uno no se autodisciplina, es muy difícil que pueda aprender a disciplinar a un caballo o a una mula”.

Esta parte considera que es para muchos difícil de entender, pues la forma en que los caballos y las mulas se comportan son una reacción natural e instintiva contra la que nada se puede hacer y que por lo tanto no está mal.

“En realidad un caballo o una mula, hagan lo que hagan, lo hacen porque creen que es lo que les conviene y es lo que sienten. O sea, no hacen nada mal. Desde ese punto de vista, jamás deberías corregirlo. El tema y el arte es cómo disciplinarlo sin que se sienta ofendido”.

Vendrell asegura que el horsemanship es un núcleo que se reduce a pocas personas que lo practican y lo aprenden, y además la considera una labor “artesanal” para la que se requiere mucho tiempo y paciencia, pues los verdaderos resultados en la doma de un animal pueden tardar hasta dos o tres años.

EL MEJOR AMIGO

Así como para muchas personas su mejor amigo es un perro, para Juan obviamente sus mejores amigos, compañeros y maestros han sido los caballos.

Todos los que han pasado por sus entrenamientos tienen un valor especial en su vida. Unos por el lugar de dónde salieron, otros por la manera en que llegaron a él, por el tiempo que han estado juntos e incluso aquellos a los que ha sido difícil domar.

Uno de ellos ha sido el Tío Juan, de quien asegura ha aprendido mucho, pues al principio le advirtieron que podría convertirse en su mejor caballo o su peor pesadilla, y sin embargo ha sido el que más enseñanzas le ha dejado.

“Tiene 25 años ahora. Todavía hace sus funciones y sus cosas, pero ya le dejo un poquito más tranquilo”, recordó.

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