Caballos Leyenda: El criollo mexicano

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/ 9 septiembre 2025

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El proyecto para rescatar y consolidar esta raza busca preservar una herencia genética única, símbolo de resistencia y tradición

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Personas cercanas en varias ocasiones me han preguntado por qué dedico tiempo a cosas que no me van a dejar nada, hablando en términos económicos, y que lo más precioso que poseemos en esta vida es el tiempo y hay que dedicarlo a cosas productivas.

Lo anterior lo entiendo perfectamente, pero no aplica a las personas idealistas como yo, que hacemos las cosas por intuición y trascendencia personal.

Nada me dará mayor satisfacción en el futuro, incluso no estando, que alguien reconozca que un tiempo atrás hubo algunas personas que al igual que yo sentían la responsabilidad de trabajar en un proyecto para crear la raza de un caballo mexicano que realmente emergiera de nuestras raíces y diera solución a nuestras necesidades sociales y culturales.

Retumbaba en mi cabeza la pregunta de ¿porqué México, siendo un país con tanto arraigo cultural ecuestre, no tenía una raza criolla autóctona definida como la tienen algunos otros países americanos como Brasil, Argentina, Uruguay, Perú, Colombia, Venezuela, Costa Rica?

Gran y notable esfuerzo realizó en el pasado don Antonio Ariza Cańadilla, de la Casa Domecq, para crear la raza mexicana azteca hace ya algunas décadas, pero sin que el propósito principal haya sido conservar el linaje genético que ya existía en nuestro país, sino tratando de mejorarlo con el reforzamiento de cruces de caballos de pura raza española seleccionados de la actualidad.

En la mayoría de los países de centro y Sudamérica los criterios de selección para establecer sus razas fueron definidas por un rasgo de su andar, sin embargo, en nuestro caso nunca ha sido definida una variable característica para su conservación, sólo sabemos que son caballos de mucho brío, resistencia física y rusticidad, y que lejos de buscar fortalecerlas han sido modificadas al cruzar con otras razas, por considerar que tener un caballo criollo es sinónimo de poca calidad.

Con esto en la mente, hace algunos años iniciamos el proyecto de constituir la Asociación para la Conservación, Cría y Mejoramiento del Caballo Criollo Mexicano, la cual quedó constituida en el año 2023.

Han sido horas de debate para poder definir el fenotipo o características físicas que debería tener, y otras tantas para definir su constitución genética, pero finalmente hemos encontrado un acuerdo para rescatar la pequeña población de caballos criollos que aún existen en las diferentes regiones de nuestro país.

Antes de entrar en detalles me gustaría iniciar por definir la palabra criollo, que según la RAE de la lengua, “es un descendiente de europeos nacido en los antiguos territorios españoles de América”, que en el caso de los caballos yo le agregaría para cumplir con esta condición, tienen que haber estado expuestos a una selección natural durante algún periodo sin la intervención directa del hombre en un entorno salvaje o asilvestrado.

Por lo anterior, en México hay muchas regiones que aún cuentan con caballos que cumplen estas características y sólo es necesario echar mano a la selección para homologar el fenotipo y las características deseables en ellos.

El fenotipo del caballo criollo mexicano ya ha quedado definido y para asegurar su origen hemos recurrido a pruebas de ADN en la Universidad de Texas, de manera que todos puedan tener una base ibérica, considerando al garrano, galiceño, marismeño, sorraia (que eran los caballos de trabajo de aquel entonces) y descartando cuarto de milla, pura sangre inglés o árabe de manera dominante.

El día de hoy quiero compartirles un experimento que estamos haciendo con el afán de abonar información a este proyecto tan trascendental para la cultura ecuestre mexicana.

Se trata de Fenicio, un caballo que cumple con el fenotipo mencionado y que es producto del cruzamiento de una yegua criolla con un caballo Kiger Mustang, que para los que no conocen mucho del tema, son caballos de la familia de los mustangs norteamericanos que se encontraron en la década de los 70 en el sureste del estado de Oregon, en USA, y que deben su nombre a la región Kiger donde se encontraron, y que son considerados los descendientes más puros de los caballos que trajeron los conquistadores españoles, pues permanecieron al menos dos siglos sin la intervención humana en sus cruzamientos de selección natural, y que fueron mundialmente conocidos con la película de dibujos animados “Spirit, el Corcel Indomable”, allá por el 2002, que en realidad sí existió y su nombre era Donner.

Fenicio ha sido tomado como estándar de inicio y teniendo como base 21 medidas morfométricas, mencionando de manera general las siguientes características: Caballo de abundante crin y cola, fleco en menudillos, profundo de cavidad torácica, grupa caída y alargada, angosto de pecho, ojos expresivos y ligeramente rasgados, cara larga sin mucho abultamiento de cachetes, cascos fuertes con tendencia al entubamiento.

En general podemos decir que es un caballo de mucho brío y resistencia al trabajo y enfermedades, a veces complicados de amansarse, pero cuando se dan son los más leales, por ello fueron el motivo de tantas anécdotas, corridos y hazañas del pasado. Sin lugar a dudas, a este caballo le debemos la colonización, la Independencia y la Revolución Mexicana, por lo que justo es reconocerlo y conservarlo como el verdadero caballo de México.

¡Hasta la próxima!

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