Volver a lo ancestral y cuidar el planeta a través del Mezquite
Gerardo Ruiz Smith, director de la Fundación Pro Cuatrocienegas y Fundador de Agroasis, prepara a comunidades rurales para ‘revivir la cultura del mezquite’
CUATROCIÉNEGAS.- Antes de la domesticación del maíz y en las zonas más secas de Aridoamérica, en lo que hoy es México, el mezquite fue la base alimentaria que nutrió a los nómadas del norte.
Su resiliencia para crecer y dar vainas aún en las peores condiciones climáticas, su adaptabilidad y su capacidad de vivir hasta 600 años le ha permitido establecerse desde el sur de Estados Unidos hasta Argentina. En México hay mezquite en el 60 por ciento del territorio.
Sin embargo, en Coahuila y particularmente en el centro del estado la sequía y los monocultivos de avena y alfalfa no solo han dejado de lado el potencial del mezquite sino que además crearon un modelo de negocio que vende el producto a un precio muy bajo y es totalmente insostenible tanto ecológica, como hidrológica y económicamente.
Ante esta problemática, Gerardo Ruiz Smith encontró una solución en un alimento que además de ayudar a regenerar los suelos para hacerlos más fértiles, también es una oportunidad de generar cooperativas económicas para ejidatarios que ven al campo como una posibilidad cada vez más lejana de sustento económico.
A través de la Fundación Pro Cuatrociénegas, y su empresa Aborigen, ha trabajado desde hace ocho años capacitando a comunidades rurales o ejidales para cosechar la vaina del mezquite, pagarles a través de un programa de empleo temporal lo recogido a un precio por encima del mercado y con la vaina hacer distintos tipos de productos alimenticios.
Con procesos muy similares a los tradicionales, que ya tiene establecidos en Guanajuato y que busca replicar en Cuatro Ciénegas, Aborigen tuesta a baja temperatura y muele las vainas de mezquite para hacer productos como harina, jarabe, y Mezcafé (una infusión muy nutritiva de vaina tostada que se asemeja al sabor del café y no contiene cafeína).
Gerardo es originario de la Ciudad de México, pero vivió prácticamente toda su vida en el norte del país, mismo que ha recorrido asesorando proyectos de agricultura sostenible.
“Nuestra visión es revivir la cultura del mezquite y promover su integración a gran escala en sistemas diversificados de agricultura que ayuden a regenerar los procesos ecológicos de la tierra y que revitalicen las economías rurales”.
“Ahorita los ganaderos están vendiendo todo, la tierra, la maquinaria y buscando otra fuente de empleo en la ciudad o en la maquiladora, donde se pueda. Buscamos fortalecer la seguridad alimentaria de las comunidades de esta zona que con las sequías y los extremos climáticos, esta es una forma de garantizar que hay alimento súper nutritivo”, explicó Ruiz Smith.
Ruiz también destacó la importancia ecológica del mezquite pues al ser una biomasa de tronco y raíz de 60 metros con hojas y ramas, es un árbol que toma el carbono de la atmósfera.
Explicó que el mezquite puede ser una herramienta importante de mitigación del cambio climático pues en tiempos de sequías más extremas como la que actualmente atraviesa Coahuila, “el árbol sigue produciendo alimento, hábitat, forraje, sombra y ayuda a infiltrar grandes volúmenes de agua durante las lluvias. En caso de haber huracanes, tormentas, el mezquite genera microclimas más protegidos y ayuda a frenar la erosión de los suelos”.
“Ecológicamente le llaman ‘árbol nodriza’, pues estos árboles generan ‘islas de fertilidad’ y todo un ecosistema alrededor de ellos. Al ser una leguminosa crear relaciones simbióticas con bacterias en las raíces que tienen la capacidad de fijar nitrógeno del aire y fertilizar los suelos, como pasa con los frijoles”, detalló.
En Cuatro Ciénegas, ha liderado a un grupo de ejidatarios a los que capacitó para la selección y cosecha de la vaina, misma que tiene características muy detalladas para poder ser cortada de los árboles de mezquite.
A los trabajadores se les instruyó no cortar vainas que aún estén verdes, tomar solo las que se desprenden sin mucho esfuerzo y las que emiten un sonido similar al de una sonaja al agitarlos, signo de que se han desprendido las semillas.
Ruiz contó que las raíces de los árboles de mezquite pueden llegar a medir hasta 60 metros, mismas que aún se utilizan por pueblos originarios en Sonora para hacer cuerdas largas y duraderas a partir de las fibras de las raíces.
Además, con la resina cruda o diluida en agua se tratan infecciones en los ojos, las hojas sirven para hacer infusiones y la madera es sumamente dura para hacer todo tipo de herramientas.
“Por lo que he platicado con las comunidades indígenas con las que he estado trabajando, era “el árbol” que sostenía su cultura, porque en muchas de estas zonas ni siquiera hay otros árboles. Era la fuente de alimento, herramienta, de materiales, de leña, de sombra, de bebida, de comida, de carbohidratos, de proteína, de energía”, explicó el consultor.